Introducción
En
las últimas décadas, las ciudades están conociendo
la urbanización discontinua, la ocupación extensiva
del territorio y la separación extrema de funciones por barrios.
Estos cambios, están creando nuevos y graves problemas de
habitabilidad y sostenibilidad, así como el despilfarro de
suelo e infraestructura y la elevación de los costes de suministro
de servicios (electricidad, agua, transporte público, etc.). En
los actuales modelos de ciudad, es esencial una mejor gestión
de la movilidad urbana, ya que con la progresiva difusión
de la ciudad aumentan las necesidades de movilidad por parte de
la población. Al mismo tiempo, la construcción de
ciudades en las que los modelos de transporte están totalmente
centrados en el uso del vehículo privado, ocasionan serias
repercusiones tales como la contaminación atmosférica
y acústica, la partición de los barrios, la limitación
para trasladarse por parte de las personas sin coche, el incremento
del sedentarismo, el aislamiento de las personas o la perturbación
del espacio privado.
En definitiva, con esta comunicación pretendemos
aportar, desde el ámbito de la planificación urbana,
algunas recomendaciones a tener en cuenta en el futuro diseño
de una estrategia integral de transporte, dado que éste es
un problema cuya solución pasa por la búsqueda de
alternativas al automóvil privado junto con propuestas para
restringir su utilización, pudiéndose adoptar también
medidas de ordenación territorial que eviten o palien sus
efectos.
El modelo de transporte en las ciudades: la ciudad
dependiente del automóvil
Un proyecto sensato para las ciudades debe basarse
en los principios del desarrollo sostenible en todas y cada una
de las acciones que se propongan: urbanismo, apoyo a la industria,
educación, energía, aguas, etc. Para lograrlo y que
las ciudades sean ecológicamente viables, se debe replantear
y reorganizar su funcionamiento e introducir la cuestión
ambiental en la gestión local a través de políticas
sectoriales y económicas. En esta dirección, es esencial
una mejor gestión de la movilidad urbana, ya que se han construido
ciudades en las que los modelos de transportes están totalmente
centrados en favorecer el uso del vehículo privado y la ordenación
de la movilidad y del transporte horizontal intraurbano puede considerarse
precaria y problemática.
En las ciudades conviven diversos modelos de estructura
(centros históricos, ensanches, polígonos, urbanizaciones
y áreas de edificación dispersa), junto a nuevas tendencias
de extensión y renovación. Los cambios, están
creando nuevos y graves problemas de habitabilidad y sostenibilidad,
junto al despilfarro de suelo e infraestructura y la elevación
de los costes de suministro de servicios (electricidad, agua, transporte
público, etc.). Esta transformación de la forma urbana
origina en el transporte una serie de cambios, siendo el más
trascendental la variación en la distribución modal
con un fuerte aumento de los viajes motorizados, debido al progresivo
incremento de las distancias recorridas. Los factores que más
influyen sobre esta modificación en los modos de transporte
son la situación de las distintas actividades económicas
con la consiguiente localización de empleos fuera de los
núcleos urbanos tradicionales y la mayor dispersión
territorial de la población que resulta de la suburbanización
residencial, lo que a su vez provoca una pérdida de competitividad
del transporte público. (Asensio, J. y Matas, A.; 1999)

Estos sistemas urbanos de transporte, fuertemente
dependientes del automóvil, además de generar contaminación
atmosférica y acústica, tienen otras repercusiones
negativas como son la partición de los barrios, la limitación
de las personas sin coche para trasladarse, el incremento del sedentarismo
y el aislamiento de las personas, la perturbación del espacio
privado, etc. Es decir, el tráfico en las ciudades no sólo
genera contaminación sino que entraña una gran peligrosidad
para la salud individual y colectiva, en la que los accidentes son
el riesgo más fácilmente perceptibles, pero no los
únicos, sino simplemente la punta del Iceberg de la
Peligrosidad del Tráfico (Sanz, A.; 1998). El reto consiste
en diseñar estrategias integrales de transporte que combinen
las alternativas al automóvil privado con medidas para restringir
su utilización y moderar su velocidad, ya que éste
último es el factor que más contribuye a la siniestralidad
e inseguridad. Otros impactos ambientales como son el ruido, la
intrusión vial y los efectos globales de la contaminación
se solucionarán mediante estrategias de control de demanda
(Gwilliam, K.M.; 1998).
Propuestas
Se
ha difundido un vehículo (el turismo) en la ciudad que no
es apropiado para el entorno urbano ya que desarrolla unos regímenes
de velocidades ineficientes dentro de la ciudad y ocupa un gran
espacio en relación a las personas transportadas. Para paliar
los efectos causados por el tráfico, se ha de cambiar el
modelo de ordenación territorial de la ciudad y el urbanismo
de los últimos sesenta años y se ha de evitar la actual
tendencia de construcción de edificios con usos monofuncionales.
Se necesita también un cambio cultural puesto que en nuestro
entorno, se ha superado el nivel de motorización de la mayoría
de los países europeos (sólo nos superan Italia, Alemania
y Francia). Se ha de concienciar a la población sobre cuestiones
básicas como, por ejemplo, que aparcar no es un derecho,
que circular con un automóvil privado por determinados lugares
tampoco es un derecho o que el coche es un residuo peligroso.
Debe superarse la fase de realización de
mediciones sobre la contaminación de todo tipo u otros efectos
provocados por el tráfico, puesto que ya hay evidencias suficientes
para actuar. En este marco, parece necesario recuperar la ciudad
para los peatones, peatonalizando calles, ampliando las aceras,
diseñando recorridos e itinerarios, etc. Se deberá
priorizar el transporte respetuoso con el medio
ambiente (a pie, bicicleta o público) y mejorar la accesibilidad,
reducir la movilidad forzada y dejar de fomentar el uso innecesario
de los vehículos motorizados. En este sentido, se han de
emprender políticas de disuasión del uso del automóvil
de la ciudad, a pesar de que esto pueda generar controversias y
rechazo por parte de la población, que se podrán paliar
aumentando la información y la participación de los
ciudadanos en el diseño de las estrategias. Esto se ha de
complementar con una mejora del transporte público urbano.
En concreto, las medidas a tomar podrían ser las siguientes:
- Mezclar usos de suelo, aunque aquí nos podemos encontrar
con que existen actividades cuya combinación no es compatible.
Por ejemplo, en Messestadt Riem en Munich (Alemania) se ha adoptado
el principio de mezcla de usos en la construcción de nuevos
barrios. De este modo, se han edificado, en un área de
75 ha., 6000 viviendas para 16.000 habitantes y 13.000 puestos
de trabajo, principalmente en Industrias de Alta Tecnología.
Con esta medida se consigue reducir las distancias diarias de
traslado al trabajo, a la escuela, a los servicios o a los lugares
de ocio.
- Realizar una discriminación positiva hacia ciertas tipologías
de urbanismo, más respetuosas con el medio ambiente, fomentando
un urbanismo de proximidad con nuevas urbanizaciones compactas.
Establecer unas densidades mínimas y unos barrios autosuficientes
en cuanto a servicios. De este modo, se minimiza el volumen de
tráfico y se favorece la dotación de un transporte
público más eficiente.
- Localizar las actividades bajo criterios de accesibilidad, es
decir, clasificar las actividades en función de la demanda
de desplazamiento y vincularlas a lugares donde se puedan localizar.
En este punto, en los últimos años, se está
otorgando gran importancia a las Políticas de localización
ABC. El elemento central de la política de localización
ABC es la clasificación de los tipos de localizaciones
y de los tipos de empresas. Las empresas son ordenadas de acuerdo
con sus necesidades de acceso y potencial de reparto modal (perfil
de movilidad), mientras que las localizaciones son ordenadas en
función a su accesibilidad mediante transporte público
y privado (perfil de accesibilidad). Los perfiles de Accesibilidad
se clasifican en A, B o C. Las localizaciones A son altamente
accesibles mediante Transporte Público (ej. estaciones
centrales en áreas urbanas más amplias). Las localizaciones
B son razonablemente accesibles tanto mediante transporte público
como por medio del coche, mientras que las localizaciones C están
definidas como localizaciones típicamente orientadas al
coche. Las localizaciones R (el Resto de localizaciones) tienen
malos accesos a los sistema viarios y a los sistemas de transporte
público. Las principales características diferenciadoras
son: intensidad de trabajo (el número de trabajadores por
unidad de superficie), movilidad de los empleados (la dependencia
del coche mientras se realizan las actividades de negocio), la
intensidad de visitantes (el número de visitantes por unidad
de superficie) y la dependencia del transporte de mercancías.
La política ABC tiene por objeto relacionar ambos perfiles
y pretende situar cada empresa en una localización con
un perfil de accesibilidad en concordancia con sus características
de movilidad. Para ampliar los efectos de movilidad, la política
de localización ABC está forzada a limitar el número
de plazas de aparcamiento en las localizaciones A y B.
- Regular los estándares de aparcamiento mediante la apropiada
gestión del aparcamiento en bordillo, la creación
de aparcamientos de disuasión. En este sentido, se asume
que la buena accesibilidad a estas localizaciones por medio del
transporte público, legitima a la restricción de
las facilidades de aparcamiento.
- Diseñar el espacio público a favor del peatón
gestionando la circulación con objeto de reducir el tráfico
en calles o barrios determinados de la ciudad. La mala gestión
del tráfico, la contaminación, la falta de seguridad
vial, la existencia de barreras arquitectónicas son factores
que desincentivan a los ciudadanos a pasear en el entorno urbano.
Por tanto, creando recorridos separados del tráfico y entornos
más agradables para los viandantes se favorecerán
los traslados a pie y se permitirán que personas con capacidad
de movilidad reducida (niños, ancianos, discapacitados
físicos, etc.), puedan realizar trayectos a pie.
- Creación de zonas peatonales en todos los barrios y no
solamente en el centro. Es frecuente el diseño de zonas
libres de coches en los centros históricos (como por ejemplo,
Viena, Munich, Bologna o Turín), pero no tanto la peatonalización
de áreas residenciales en barrios no centrales de las ciudades.
Por eso, se ha de favorecer la creación de áreas
residenciales protegidas en las que los peatones tengan absoluta
prioridad sobre el tráfico motorizado, sobre todo, para
impedir el tráfico a través de estas zonas en los
desplazamientos hogar-trabajo-hogar. Se puede ir incluso más
allá con el diseño de Aréas Residenciales
Libres de Coches (CFRA), en las que sus habitantes firman un contrato
en el que se comprometen a no poseer un coche ni aparcarlo dentro
o cerca del área definida (actuaciones de este tipo se
han realizado en Camden, Edimburgo o Bremen). Para que tengan
éxito estas zonas han de ser fácilmente accesibles
mediante transporte público y se han de ofrecer una serie
de beneficios complementarios que hagan más atractiva la
zona, como por ejemplo, buena dotación de servicios públicos
o amplias zonas verdes.
- Ofrecer mejores condiciones a los medios de transporte colectivo
(por ejemplo, mediante carril bus o carril para vehículos
de alta ocupación). Otras acciones similares son la creación
de plataformas y calles reservadas, las exenciones de la prohibición
de giro y las áreas de avance en los semáforos (Sanz,
A.; 1998). Pero, si se quiere fomentar el transporte colectivo,
habrá que actuar principalmente sobre la restricción
del transporte privado. Un ejemplo claro de esta actuación
la encontramos en Groningen (Holanda) en el que el centro de la
ciudad está dividido en cuatro sectores y sólo se
puede pasar de un sector a otro en taxi, autobús, bicicleta
o andando. Es decir, los coches tienen que dejar el centro por
el mismo camino por el que llegaron. El objetivo de esta política
es dejar el centro y los barrios residenciales lo más libre
de coches posible redireccionando el tráfico de coches
a través de una circunvalación.
- Regular las velocidades mediante áreas de coexistencia
de tráfico, áreas 30, etc. Buenos ejemplos de este
tipo de actuaciones son los Woonerf en los Países Bajos
y de los Verkehrsberuhigung en Alemania. En este punto, el diseño
del sistema viario tiene una gran influencia y, mediante el uso
de resaltos, la introducción de obstáculos, estrechamientos
de calzada, rotondas, remodelación de esquinas e intersecciones
etc. se puede ejercer un control sobre las velocidades al obligar
a ceder el paso y al reducir la visibilidad con la consiguiente
necesidad de tomar medidas precautorias por parte de los conductores.

- Fomentar el uso de la bicicleta como modo de transporte alternativo,
dado que la bicicleta es una buena opción para viajes cortos
(inferiores a 8 km.) y desarrolla unas velocidades urbanas medias
de 15-25 km/h. (Comisión Europea; 1995) Entre otras actuaciones
se pueden realizar las siguientes: Modificación de cruces
de calles peligrosos, Carril en contrasentido para ciclistas en
calle secundaria o principal de sentido único, Creación
de atajos, Creación de una red de itinerarios para bicicleta,
Intervención en las proximidades de los centros escolares
en el marco de medidas de protección de los accesos a los
mismos, Construcción de carriles para bicicleta, Instalación
sistemática de aparcamientos en los lugares muy frecuentados,
etc. (Dekoster, J. y Schollaert, U.; 2000).
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Dekoster, J. y Schollaert,
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Gwilliam, K.M. (1998):
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Disponible en: http://wbcsdmobility.org.
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Carmen Echebarria & Itziar Aguado,
UPV/EHU. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales |